Alejandra Corredor
Estoy nerviosa. Rara vez hablo de mí […] Una sale y parece que todo lo que tiene por contar está allá adentro, de la cárcel.
En realidad Alejandra está llena de historias que ocurrieron afuera y las palabras que usa para contarlas evocan texturas y colores. Lleva a quien escucha a recorrer con ella los pasos de su recuerdo y a sentir en el cuerpo la emoción de lo que ha vivido.
Nació en Campo Alegre, Huila, en una casa en el campo llena de personas queridas. Es la mayor de cuatro hermanos y juntos crecieron entre cultivos de maíz, tomate, algodón y cacao. Una parte de su familia está todavía en una vereda del pueblo – que ahora está patas arriba – y a ellos regresa cuando necesita un abrazo de mamá.
A los 6 años Alejandra aprendió a pegar botones y hacer pequeñas costuras, recuerda su madre. Había una máquina de coser en la casa y también la abuela y las tías de Alejandra cocían. La Alejandra adulta armó un tallecito en el lugar donde vive, junto con su compañero. A su ritmo pasa por la máquina pedazos y pedazos de tela, arma morrales y sueña con juntar dinero y poner una fábrica de buzos con capota.
De la existencia de Mujeres Libres se enteró en medio de la pandemia, cuando el grupo se esforzaba por ayudar a quienes lo necesitaban. Se unió y ha caminado con ellas estos años porque le interesa dar a conocer las violaciones de Derechos Humanos que ocurren dentro de la prisión de mujeres, y sobre todo porque quiere ser parte de la lucha por ayudar a las muchachas que siguen adentro. De hecho, gracias a una compañera que está todavía recluida es que supo del grupo… Cuando se enteró llamó a tres más y empezamos a agrandar la familia, dice.
Es una de las pocas que se atreven a regresar al Buen Pastor. Ahora que es visitante, le sorprenden las habilidades y conocimientos que observa en las mujeres que están detenidas. Hay mucho talento adentro. Lo que faltan son oportunidades, sentencia. Y aunque ella lee el mundo en clave de vaso medio lleno – lo que es admirable en alguien que pasó más un tercio de su vida en prisión – sus palabras son ciertas. Ella es la muestra de que lo son.
Hay mucho talento adentro. Lo que faltan son oportunidades.
Relato creado por Ana María Cerón Cáceres