Carolay Bayona
Carolay es joven pero en su historia han transcurrido siglos. Varias personas amadas fallecieron, pero en el 2022 con su abuela-madre se le fue una parte de la vida.
Sofia y Tomy en cambio, son fuerte permanencia. La mayor – a la que Carolay tuvo siendo una niña, como su madre a ella misma – es clara e inteligente. El menor no tiene edad de saberlo, pero le devolvió a Carolay el amor por la vida. Con él llegó la decisión consciente de disfrutar los días y las horas.
Entre las Mujeres Libres Carolay es la única que estuvo recluida incluso antes de cumplir la mayoría de edad, pero en la Corporación es también ejemplo de valentía y resiliencia.
Tiene el valor de exponer su fragilidad, sus heridas, sabiendo que no necesita dar explicaciones a nadie, pero que tampoco tiene sentido ocultar lo que ha vivido. Intenta romper patrones, como ella misma dice y a pesar de la distancia inicial, ser para Sofia respaldo incondicional, como el que ella necesitó en su adolescencia.
Su pecho se infla cuando habla de los Derechos Humanos y los Derechos de las Mujeres, que vino a conocer hace poco y que enuncia con urgencia, como una de esas cosas que todo el mundo merece y necesita saber.
En los últimos años descubrió la alegría que los niños y las niñas le producen y estudió para ser docente de primera infancia. Un oficio sagrado donde tiene la oportunidad de honrar ese momento único de la vida. Ahora además está estudiando marketin y transformación digital, con la intención de acceder a un trabajo bien remunerado que le permita darle a sus hijos un futuro más abundante.
Mujeres Libres la ayudó en una época de escasez, pero se quedó como parte del grupo porque siente que es un espacio para estudiar y que la alimenta emocionalmente. Dice que antes ella creía que en el mundo a cada cual le tocaba ver qué hacía por su vida, pero en la Corporación descubrió una nueva faceta: sus experiencias de privación e injusticia le dan un conocimiento valioso que puede utilizar para ayudar a otras personas y transformar lo que debe cambiarse.
Las niñas y niños son sagrados.
Relato creado por Ana María Cerón Cáceres