Jenny Marcela Pérez

Jenny desde su casa, tiene una vista privilegiada de la durísima ciudad. Eso es lo bueno, dice, lo malo es la subida. Recupera el aliento y abre la puerta. Adentro entre grandes trozos de tela, un comedor y tres máquinas de coser, un gato reposa la vida. Es un puerco. Luego de un corto silencio lo disculpa: es que está enfermo.

Tras los lentes de sus gafas, los ojos de Jenny se ven grandes, inmensos y húmedos. Ofrece asiento y se dirige también a su silla de coser. Hablamos sobre su trabajo en Mujeres Libres – organización que ayudó a crear -: cuando llegan donaciones tienen que acomodarlas y encargarse de repartirlas, y asisten a las reuniones, que son muchas. Fuera de eso, Jenny es madre de dos hombrecitos y una niña pequeña. Además cose: un tiempo trabajó por su cuenta pero ahora es satélite, porque durante la pandemia todo se quedó parado y ella se comió lo que había juntado. También está a punto de terminar el bachillerato. Es su sueño por ella y por Mujeres Libres, porque cuando termine podrá entrar a hacer un técnico o algo que le permita ayudar a más mujeres.

La Jenny de ahora no reconoce a la de hace cuatro años, aquella a la que la vida se le venía encima y acababa de llegar a la organización. La Jenny de ahora habla, por ella y para denunciar lo que otras viven y ella conoce tan bien. Va a donde sea necesario ir e incluso salió por televisión, en el noticiero, contándole al país que las mujeres detenidas en la cárcel del Buen Pastor no veían a sus hijos/as desde hacía dos años.

El gato lo tiene porque en la casa en la que estaba lo iban a tirar a la calle y a ella le da pesar. Cuando bebé se le partieron las dos patas de atrás, entonces él no puede hacer vida por su cuenta. Es puerco y se orina en la puerta y se caga debajo de la mesa, pero me da un pesar sacarlo, dice Jenny.

La semana pasada estuvo en la cárcel y la dragoniante la confundió con una interna: es frustrante, es frustrante ver que nada cambia. Pero bueno, toca seguir luchando por esas mujeres, afirma desde su morada cercana a las nubes, donde trabajando por otras se libera a ella misma.

Toca seguir luchando por esas mujeres.

 

Relato creado por Ana María Cerón Cáceres