Jinna Marcela Castillo

Marcela nació en un caluroso municipio de Boyacá a principios de la década del noventa. De allí la violencia desplazó a su familia cuando ella tenía cinco años y la guerra verde amenazaba con robarles la existencia a todos. Juntos llegaron a Bogotá, ciudad en la que ella creció e hizo vida.

Ha trabajado desde siempre, desde que era niña, desde que se hizo madre de su único hijo. Fue vendedora de planes de celular, de quesos y de chance. También trabajó como panadera y como mensajera. Con esfuerzo se convirtió en contadora empírica y aunque ha estudiado ese oficio durante más años que buena parte de quienes lo ejercen, continúa en la universidad, con la esperanza de obtener el título profesional.

Marcela llegó a Mujeres Libres en marzo de 2020 y desde entonces aporta al grupo su experiencia en la prisión y como familiar de una persona tras las rejas. Yo no quiero que nadie más viva lo que yo viví, dice explicando las razones por las que hace parte de la organización. Lo que pasé en la cárcel, eso nadie más lo debe pasar. Por eso hablo, por eso voy a los espacios a decir las cosas.

Es una mujer inteligente y con buena memoria. Desde el amanecer revolotea, como queriendo comerse el mundo. Su manera de enfrentar el miedo se describe en una imagen: ella con un abismo delante y un columpio como único puente. Siempre ha optado por saltar. Ya en el aire su imprudente boca confirma lo que sus acciones gritan. Así conoció a su pareja y los deportes extremos que también ama.

Hay mañanas en que la tristeza la atrapa y quisiera dejar de existir. En otras recupera el aliento y retoma la marcha, a la velocidad de la luz, emitiendo un brillo singular.

Yo no quiero que nadie más viva lo que yo viví.

Relato creado por Ana María Cerón Cáceres