Patricia Merchán

Patricia vive rodeada de colores donde el viento corre fuerte y el sol pega más duro. En ese lugar bello y cruel, ella es cuidado y afecto.

Tuvo 7 hijos y es madre de otras cuantas personas. Así no es extraño que caminando por la calle alguien la salude: madrecita, ¿cómo está?…. Es uno de tantos rostros golpeados por la vida, para quienes ella hizo la cuesta menos empinada. La recuerdan porque en la prisión se esmeraba en que el alimento no se desperdiciara y hacia que llegara a quienes tenían hambre.

En esa época tuvo que rebuscarse cada peso para ella y sus chiquitines. No era la primera vez ni sería la última. Es buena en las ventas y en la cocina, y ha trabajado por montones. Hace unos meses puso una tienda en la cima de la montaña y los días en que logra juntar dinero para comprar cosas que pueda vender allí, le va bien.

Está en Mujeres Libres porque conoce la necesidad de las personas tras las rejas y las carencias que enfrentan sus familias, y si existe alguna posibilidad de aliviarlas ella quiere estar en primera línea. Sin embargo, participar en las actividades de la organización no es fácil, porque los buses cuestan caro, porque el barrio está pesado, porque no hay trabajo, porque la vida no da tregua.

Desde arriba y en compañía de una parte de su gran familia, Patricia rememora la lista de personas con las que está agradecida, porque la ayudaron a ella y a sus hijos en los tiempos más difíciles. En silencio permanece el hecho de que esos “angelitos” estuvieron a su lado porque encontraron en ella una amiga generosa.

Yo no tengo nada, pero me gusta dar.

Relato creado por Ana María Cerón Cáceres